Vanessa Català no es solo una fotógrafa: es una creadora con una misión transformadora. Su historia personal está atravesada por una profunda reinvención, nacida de años sintiendo cómo apagaban su luz interior desde pequeña. Sin embargo, esa sensibilidad que la marcó se convirtió en su mayor fortaleza, llevándola a descubrir belleza allí donde otros solo veían imperfección.
Antes de empuñar la cámara, Vanessa trabajó en tiendas de lencería femenina, un espacio íntimo donde fue testigo diario de las inseguridades de las mujeres frente a su cuerpo. Allí empezó a reflexionar sobre las creencias limitantes que muchas cargan, y ese contacto constante con la autoimagen femenina despertó en ella una inquietud: ¿cómo ayudar a esas mujeres a mirarse con otros ojos?
La respuesta llegó cuando se puso detrás del lente. En cada sesión de fotos, veía cómo las mujeres luchaban con su autoestima, convencidas de que no eran lo suficientemente bellas ni fotogénicas. Fue en ese cruce de miradas, entre artista y retratada, donde surgió la idea de Muñecas Rotas: un proyecto que va mucho más allá de una serie de imágenes. Este movimiento utiliza la fotografía como herramienta de sanación, ayudando a las mujeres a reconciliarse con su reflejo y a derribar los prejuicios que las limitan.
Cada sesión está diseñada al detalle, no solo para obtener una buena foto, sino para regalar una experiencia: un juego, una exploración, un reencuentro con esa versión auténtica y luminosa que el mundo no logró romper. Vanessa acompaña a cada mujer en un recorrido íntimo y amoroso, sin etiquetas ni juicios, ofreciendo no solo imágenes, sino un soporte emocional adaptado a cada historia.
Muñecas Rotas no es para todas. Es para quienes están listas para mirarse con otros ojos. Es para las valientes que desean sanar heridas profundas y avanzar a su propio ritmo, en un espacio seguro y lleno de respeto. Con cada clic, Vanessa Català les devuelve algo que creían perdido: la posibilidad real de verse y sentirse completas, de abrazar su luz, y de entender que, aunque las cicatrices formen parte de su historia, no definen su belleza ni su valor.
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